Falta muy poco para las elecciones americanas (6 Noviembre) que decidirán el próximo presidente de los Estados Unidos. No sé si habéis notado, por lo menos me pareció bastante evidente, como todos los artículos de periódicos y servicios televisivos que hablan del reto Obama – Romney midan la confrontación exclusivamente teniendo en cuenta dos indicadores: quién ganó el debate televisivo y quién está recogiendo la mayor cantidad de dinero para la campaña electoral.
En cuanto al primer punto se lee en varios artículos periodísticos que Obama en el primero debate ha bajado la cabeza demasiadas veces, considerado un error grave, o se evalúa la prontitud en las respuestas o la forma de vestir y los mismos debates son simulados los días antes mediante el uso de dobles.
Con respecto al segundo aspecto, no se tiene en cuenta, entre otros, los posibles efectos negativos de la financiación sobre las decisiones libres del siguiente Commander in Chief.
Creo que es uno de los ejemplos más evidentes de como las democracias occidentales están moviendo hacia un modelo de democracia populista y basada en liderazgo, más centrado en la figura del presidente (o en el Primer Ministro en otras formas de gobierno) que en la esencia de las políticas de promoción y los programas electorales. Especialmente en la campaña presidencial de EE.UU. los medios de comunicación parecen cada vez más importante para convencer a los electores indecisos.
¿Pero en realidad la batalla política por el liderazgo de un país puede reducirse a estas cuestiones?
A propósito señalo un interesante artículo en el New York Times sobre el uso de los medios de comunicación durante las elecciones presidenciales de EE.UU.
http://www.nytimes.com/2012/10/15/us/politics/5-tips-for-each-campaign-after-tuesdays-debate.html?_r=0
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